EL INCREMENTO DEL CO2 DE
La asimetría de las superficies de los continentes entre los hemisferios norte y sur provoca cambios estacionales demasiado intensos en los indicadores de CO2 como el de Mauna Loa, para que el dióxido de carbono sea la causa del cambio climático.
Muy probablemente, las exiguas cantidades de CO2 que permanecen en la atmósfera (sólo 0,8 billones de Tm. de carbono) son sólo un residuo circunstancial de un proceso de generación y absorción de volúmenes mucho más elevados de dicho gas, consumido rápidamente por la avidez de las plantas; tal como se observa en los gráficos de la presencia de CO2 obtenidos en Mauna Loa y de otros indicadores; donde se ve una línea quebrada de periodicidad anual, producida por la rápida reducción del dióxido de carbono, durante el invierno austral, como consecuencia de la menor emisión oceánica de CO2, por la mayor acumulación de masa continental en el hemisferio boreal. Dicha oscilación es imposible de interpretar si se atribuye a la acción antrópica. También, es difícil que el efecto de sierra dentada de las graficas de acumulación de CO2 se pueda atribuir a la absorción por parte de la flora según la latitud, un fenómeno mucho más homogéneo y mucho menos drástico que la emisión marina de CO2 que depende directamente de la radiación del Sol en cada área.
La reducción estacional alcanza un dos por ciento del contenido global de CO2, según la medición de Mauna Loa, por dicha asimetría continental, con una reducción total de 16.000 millones de toneladas de carbono atmosférico (cerca de 60.000 millones de Tm de CO2). La asimetría continental entre las áreas de mayor liberación marina de CO2 es del orden del 20 por ciento. Por tanto, estaríamos hablando de por lo menos un 10 por ciento de incremento de CO2 anual por emisión marina de dicho gas, o sea, 80.000 millones de Tm. de carbono, es decir, cerca de 300.000 millones de Tm. de CO2 de origen marino al año, que sumados a los de origen antrópico (60.000 millones de Tm.de C02) y de origen geoquímico, principalmente por la actividad volcánica; reduciendo el constante consumo de las plantas, nos llevarían cerca del medio billón de Tm. de acumulación anual de CO2 que es consumido por las plantas en el 95 por ciento, siendo la absorción de CO2 en las zonas mas frías de los océanos inferior al 10 por ciento del CO2 liberado en las zonas cálidas. Dentro de estos niveles mínimos de generación de CO2 global, la acción antrópica es difícil que alcance un 10 por ciento.
1 La rápida absorción del CO2 por las plantas, indica la efímera permanencia de dicho gas en la atmósfera, salvo el escaso residuo estructural del proceso: 0,03-0,04 % de la masa atmosférica y menos del 10 por ciento del volumen absorbido por las plantas cada año (efecto del “plato sucio”). Dicho residuo es ligeramente creciente por la mayor emanación oceánica producida por la recuperación de la temperatura durante el siglo XX, tras las erupciones del Tambora y en menor medida del Krakatoa
2 Los volúmenes anuales de emisión marina de CO2 mas el de origen volcánico continental, son por lo menos diez veces superiores al producido por la acción del hombre.
3 De los 40-60 grados centígrados de retención de calor por la atmósfera de
4 El metano CH4, en menor densidad, experimenta en las mediciones de los indicadores un fenómeno muy parecido al CO2. El proceso es tan semejante, que es difícil no atribuir a ambos gases una misma causa y comportamiento. Por tanto, al igual que el CO2, el metano escapa de los océanos de forma proporcional a la radiación solar recibida por los mares, siendo asimilado por la biomasa específica y ofreciendo el mismo efecto de sierra dentada en la gráfica de evolución interanual. La gráfica del metano indica un proceso paralelo pero con un adelanto superior a un mes con relación al CO2. Parece, por tanto, que el CH4 responde de forma más inmediata, requiere menor recalentamiento o afecta a áreas más frías. En la variación secular, el metano parece haber alcanzado antes la inflexión y se está reduciendo desde hace una década; probablemente, por el mayor enfriamiento de los fondos marinos, donde se deposita en forma de hidratos helados. Si en la gráfica interanual, el metano presenta un avance de uno a dos meses sobre el CO2, es probable que en la gráfica secular presente un proceso proporcional y antes de 20 años veamos reducirse la acumulación de CO2, por la reducción de emanaciones marinas de dicho gas.
5 El paralelismo simétrico en el comportamiento de los gases indicados (CO2 y CH4) es un claro indicio de la menor influencia de la acción antrópica sobre el CO2 y la causa común motivada por el aumento de la temperatura de los océanos durante el siglo XX.
6 La acción antrópica en el calentamiento de nuestro planeta es evidente por la suma de microclimas y de forma no global, es decir, por la energía directa de las combustiones de todo tipo, pero no por la acumulación de CO2.
SINTESIS CLIMÁTICA 3
Las grandes erupción del Krakatoa en 1883, del Tambora en la isla de Sumbawa en 1815 y el gran maremoto que asoló sobretodo la isla de Sumatra en 2005, además de la macroerupción del Toba en la misma isla hace 73.000 años; tienen en común que se encuentran en el arco de Insulindia con mayor actividad sísmica y vulcanológica del Planeta, donde se han dado la mayoría de erupciones, superiores a la escala V (VEI). También, ponen de manifiesto la importancia de las erupciones muy intensas conocidas también como plínicas, ya que el historiador Plinio las describió en la época del Imperio Romano, con los demostrados cambios climáticos durante períodos de años o incluso decenios producidos por los aerosoles volcánicos y las que sobrevienen como consecuencia de fenómenos de naturaleza semejante pero todavía más intensos, como son la caída de grandes meteoritos.
Uno de los problemas que plantea correlacionar las variaciones de la
temperatura media de
En este sentido, algunos observatorios antiguos, muy pocos, reúnen
información incluso anterior al siglo XIX, estando alejados lo suficiente de
poblaciones. Son los datos proporcionados por dichos observatorios, los únicos
que permiten correlacionar la variación de la temperatura media de
Nota al final: En algunos observatorios, muy antiguos, que registran observaciones anteriores a 1800, como los de Linate, o Stutgart, aún estando en zonas posteriormente muy pobladas no ofrecen incrementos de temperatura sensibles entre los siglos XVIII y XXI
Ya Benjamín Franklin a finales del siglo XVIII, supo observar que años anómalos muy fríos como 1783 podían estar relacionados con erupciones volcánicas, como la del volcán islandés Laki, consecuencia de lo que él denominaba como “niebla volcánica”.
Durante el siglo XX y lo que llevamos de siglo XXI son periodos que se tienen mediciones claras y concretas de las temperaturas medias de nuestro planeta, no vinculadas a observatorios afectados por microclimas locales consecuentes al desarrollo humano.
En los últimos cincuenta años, el nivel de precisión en las mediciones de la
temperatura media de
Una de las erupciones mejor estudiadas por haber sucedido en el estado de Washington, en EEUU, es la del volcán ST Helens, de 1980, que envió a la alta atmósfera un total de 1,5 Kms. cúbicos de material, buena parte convertido en aerosoles con un importante índice de anhídrido sulfuroso. Se observa en la gráfica de temperaturas un descenso súbito de más de medio grado en dos años.
Pero, sin duda, el fenómeno de reducción más patente es el consecuente a la erupción plínica del Pinatubo que eyectó a la alta atmósfera entre 5 y 8 Kms. cúbicos de material, además de los gases ya tradicionales: H20, CO2, SO2 y otros, que ocasiona la más que probable redución de temperaturas medias de los cuatro años siguientes, con una recesión inmediata de más de un grado de media. La reducción anual de calorías sobre la superficie terrestre, según los valores obtenidos desde Mauna Loa se estiman en un 2 por ciento.
Durante el siglo XIX, suceden entre otras dos grandes erupciones conocidas,
la del volcán Krakatoa, en el estrecho de
El análisis de los hielos por la concentración de CO2 consecuente a los cambios climáticos, indica que nuestro planeta ha sufrido variaciones de temperatura media muy superiores a las observadas en la actualidad, que debieron tener su origen probable en el depósito de materiales en la alta atmósfera. El volumen de aerosoles por erupciones volcánicas tiene no obstante un límite. Al igual que con la actual actividad de la dinámica de placas es muy difícil que un terremoto pueda superar el grado 10 en la escala Richter, también las mismas fuerzas orogénicas no pueden probablemente enviar a la alta atmósfera volúmenes superiores a 1000 Kms. cúbicos de materiales. En concreto, como erupción límite se da la del volcan Toba en la isla de Sumatra, de hace 73.000 años, causante de muchos problemas a los pobladores de nuestro planeta.
En otros tiempos de mayor actividad como la que separa el Cretacio del Terciario, o en otros astros como Io,
las erupciones pueden ser mucho más intensas, pero en
No obstante, estas barreras de la energía orogénica no existen para los
impactos de asteroides y cometas, que sólo dependen de sus tamaños. A una
velocidad estándar de choque de
Si a la erupción del volcán Toba de hace 73.000 años, que envió a la alta atmósfera un total de 800 Kms3 de material, se le atribuye un extremado cambio climático que puso en apuros la propia existencia de la especie humana, no parece lógico que a la erupción del Tambora, sólo cinco veces menor en volumen de materiales, no se le atribuya casi nada; habiendo enviado a la atmósfera 20 veces más volumen de materiales que el Pinatubo en 1991 y casi diez veces mas materiales que el Krakatoa en 1883.
Recientes estudios sobre los depósitos en hielo de gases sulfurosos indican otro evento en 1809 de intensidad algo inferior al Tambora. El fenómeno no ha sido identificado todavía con alguna erupción volcánica, pero se aproximaría al grado VII en la escala VEI. Por otra parte, la erupción del volcán Cosiguina en 1835, entre los grados VI y VII, viene a sumarse a un siglo, el XIX, cuya actividad conjunta volcánica reduce la transparencia de la atmosfera cerca de un 0,4 por ciento más que el más sosegado siglo XX.
Si observamos la evolución de temperaturas de la estación meteorológica de Hohenstaufenberg en Austria, con más de dos siglos de existencia y que reúne las condiciones de aislamiento ideales, además de las variaciones periódicas debidas probablemente al fenómeno ENSO o más conocido como “el niño”, puede apreciarse otras oscilaciones atribuibles a erupciones volcánicas, como la del Krakatoa, en1893 inmediatamente previa a una subida de “el niño” a finales del siglo XIX. Pero, sin duda, el descenso más acentuado que retrasa incluso la formación de”el niño”, minimizando su efecto hacia 1860, es la pronunciada bajada de temperaturas que se prolonga hasta finales del siglo XIX y que tiene su origen más que probable en la erupción del Tambora de 1815.
Por tanto, es muy probable que hasta inicios del siglo XXI
El balance de perdida de radiación solar por efectos volcánicos de grandes erupciones conocidas ocurridas durante el siglo XIX se evalúan en un 0,5 por ciento del total de calorías recibidas del Sol, mientras, con mayor profusión de datos, el mismo balance durante el siglo XX no alcanza el 0,2 por ciento.
EL MAR ES EL GRAN REGULADOR DEL CLIMA
El mar es el principal reservorio y regulador del clima. La atmósfera terestre la podríamos denominar como el “debil aliento” del mar. Más del 80 por ciento de las
calorías del Sol que no llegan a
Ya sea por la formación periódica de un nuevo bucle convectivo en medio del Pacífico, es decir, la corriente anómala periódica ENSO o de “el niño”; como por la erupción plínica de algún volcán en la zona; los cambios térmicos más importantes, no ocasionados por las espaciadas catástrofes de meteoritos, se producen generalmente desde el Pacífico, ya que las corrientes siempre se desplazan por la superficie del mar, desde las zonas más calidas a las mas frías y el lugar de nuestro planeta donde se alcanza más acumulación de calorías es en el ecuador del Pacífico, además es donde se localiza el área con mayor energía orogénica del planeta, causante de mas del 90 por ciento de erupciones y de actividad sísmica y el área del arco de Insulindia es la más activa de la zona.
Por tanto, las corrientes que nacen en el ecuador del Pacífico transportan
buena parte del calor acumulado hacia los otros océanos de
Cuando una erupción reduce el flujo de radiación del Sol sobre el Pacífico inhibe el tradicional aporte de calorías al resto de los mares y a la atmósfera global.
La masa fluida de la superficie terrestre, que podríamos llamar “fluidosfera”, la que es susceptible de entrar principalmente en la termodinámica del clima, está compuesta en más del 99 por ciento por el agua del mar, mientras que bastante menos del uno por ciento restante lo componen las moléculas de los gases que integran nuestra atmósfera. Por otra parte, más del 80 por ciento de las calorías que diariamente nos envía el Sol inciden sobre la superficie marina de nuestro planeta. La densidad de la atmósfera de nuestro planeta es mucho más parecida a la de Marte que a la de Venus. El volumen de calorías que acumula la atmósfera con relación al mar es casi insignificante. El balance del intercambio de calorías entre el océano y la atmósfera, que determina la dinámica del clima, es extremadamente favorable al mar.
ENSO,
La corriente anómala de “el niño” era conocida de siempre por los pescadores
del Pacifico americano, de ahí su nombre. Aparecía cerca de las Navidades en
determinados años y era por ese motivo denominada corriente del Niño Jesús. A
principios de los años 80, la revista “Nature”
publicó varios informes sobre el análisis y descubrimiento del fenómeno ENSO,
(anomalía en las corrientes oceánicas del Pacífico ecuatorial.). También,
se puso de manifiesto en esos mismos tiempos el informe elaborado por Niremberg sobre la acumulación progresiva de CO2 en la
atmósfera de
En España, la primera publicación sobre el cambio climático del siglo XX y
de su posible influencia atrópica, probablemente fue
la de un suplemento monográfico del dominical del periódico
La formación de “el niño” crea una corriente convectiva en forma de bucle en la zona ecuatorial del Pacífico que desplaza y acelera las otras corrientes oceánicas. La irrupción de agua más caliente, incluso hasta el Atlántico, hace que las circulaciones de masas de agua mas cálidas alcancen zonas próximas a los polos, lo que origina que las corrientes polares desciendan a su vez más al sur de lo tradicional, creando lo que se conoce como circulaciones meridianas intensas, cuando en otros años sin la presencia de “el niño” son más paralelas. Es decir, a mayor intensidad de las corrientes, cuando se forma “el niño” mayor intercambio térmico entre zonas: si hace más calor cerca de los polos, también hace más frío en las zonas más templadas.
CUANDO SE FORMA “EL NIÑO” Y PORQUÉ
Erupciones submarinas, efecto antrópico, mayor actividad solar... Muchas son las razones que se argumentan para la formación de “el niño”, Pero lo cierto, es que se trata de un cambio climático de siempre que ofrece cierta periodicidad, patente en las medidas de las temperaturas de siglos pasados. La respuesta más aceptada, es que en el Pacífico se produce una acumulación progresiva de calor que, cuando rebasa un umbral de temperatura determinado, obtiene la suficiente energía como para forma la nueva corriente y con ello la dispersión del calor acumulado hacia el resto de los océanos; hasta que más de una década después vuelven a acumularse de nuevo las calorías necesarias para su nueva formación.
El fenómeno es retrasado principalmente por la perdida de radiación consecuente a las erupciones y aun más por infrecuentes impactos meteoríticos. La periodicidad de la actividad solar de once años no coincide con el ENSO, pero puede tener resonancia por el aporte suplementario de radiación. No obstante, sin causas externas, el ENSO seguiría acumulando calor en el Pacifico y se seguiría produciendo de forma, eso sí, más regular.
EL CLIMA MEDIO TERRESTRE ES ALGO MAS CALIDO QUE EL ACTUAL
Es evidente que nuestro planeta ha disfrutado a lo largo de su historia de temperaturas medias más altas que en la actualidad durante periodos muy prolongados, como sucedió durante la edad media hasta el siglo XIII. Es sabido, que los vikingos establecieron colonias en Islandia donde plantaron trigo y cereales e, incluso, en Groenlandia, entonces “Tierra verde”, donde la población ganadera llego a alcanzar más de 4.000 almas. También, en Inglaterra se producía vino en esas fechas. A partir del siglo XIII, sobrevino la denominada pequeña edad del hielo que, con altibajos, se ha prolongado hasta el siglo XX. La última cresta de calor anterior a la actual, alcanzando temperaturas incluso superiores a las de ahora, tuvo lugar a finales del siglo XVIII y principios del XIX hasta que sobrevino la erupción del Tambora. Las causas de la recesión de la temperatura durante el siglo XIV son muy imprecisas y teóricas.
La ausencia de manchas solares durante la segunda mitad del siglo XVII, pudo tener influencia, pero sucedió tres siglos más tarde de su inicio. De hecho, no pocas estrellas del tipo de nuestro Sol presentan sensible variabilidad en su magnitud no siendo variables eclipsantes. Es evidente, que el Sol ofrece ciclos de actividad, sobretodo cada once años, que producen variaciones en la radiación media. Pero, de cualquier forma, sus efectos no son percibidos tan intensos como cuando se forma “el niño” o acontecen grandes erupciones volcánicas. Si bien el fenómeno de “el niño” podría estar vinculado por cierta resonancia a la periodicidad de la actividad del Sol, no parece ser una causa acumulativa en las variaciones del clima a largo plazo.
Por la intensidad estándar de radiación del Sol, la temperatura media de
Los efectos producidos por las variaciones a largo plazo de la oblicuidad de la eclíptica y otras extrapolaciones sobre la órbita de nuestro planeta, son modelos muy teóricos y que carecen de consistencia observacional. Dejando aparte las consecuencias de la influencia de la actividad humana sobre el clima, que pueden ser evidentes en periodos probablemente más prolongados de lo que suponemos; son las erupciones y meteoritos las causas irregulares o no periódicas que modifican el clima por periodos medios y largos, enfriando la atmósfera a corto plazo de forma intensa y sobretodo reduciendo la afluencia de calorías sobre los océanos, los grandes termorreguladores del clima terrestre.
Aunque no hay datos concretos y la probabilidad anual es de sólo P= 1/10000,
no sería descartable la caída de un asteroide de unos 400-
No es descartable que algún gran terremoto de la antigüedad pudiera tener su origen en la caída de un asteroide, sobretodo cuando la extensión y magnitud del seísmo es muy grande e incluso la zona de localización no es característica de áreas de extrema sismicidad. En este sentido, el terremoto al que se le atribuye mayor número de víctimas, mas de 1.100.000, tuvo lugar en junio-julio de 1201 y asoló extensas áreas del Mediterráneo oriental desde el norte de Egipto, hasta Siria, causando una mortandad poco común, sobretodo en épocas con menor densidad de población que en la actualidad. La gran extensión del seísmo y la presencia de tsunamis crean un escenario característico de los choques de grandes meteoritos. ¿Podría ser el terremoto de 1201 un impacto de asteroide capaz de causar la recesión de temperaturas desde la alta edad media...?. Entra dentro de lo posible..; si bien, para la época, el suceso podría haber tenido lugar en muchas áreas del planeta, sin que nos hubieran podido llegar testimonios.
Los recientes análisis de sulfuros depositados durante mas de 1500 años en
los hielos perennes, producidos por erupciones o quizá por posibles impactos de
asteroides coinciden con el inicio de periodos de frío observados en el pasado.
Los estudios realizados de forma comparativa en los hielos de
Por la comparación de sedimentos norte-sur, el misterioso evento de 1259
debió de tener lugar en una latitud próxima a +10º +15º. No se ha descubierto
ningún vestigio geológico atribuible. Un impacto meteorítico
podría tener efectos semejantes pero más intensos que una gran erupción, sin
dejar tanta huella. El evento de 1259 superó ampliamente la intensidad de 4.000
megatones. De tratarse de un asteroide, debería tener cerca de
EL GRAN CAMBIO CLIMATICO DEL SIGLO XIII, ALTERO EL PANORAMA HISTORICO
A del siglo XIII desaparecen completamente los vikingos de Groenlandia, cuya población había llegado a alcanzar más de 4.000 almas, como es evidente sucumbieron por hambre y frío. También, quedó diezmada gran parte de loa población seguidora de Eric el Rojo que se establecieron en Islandia. Otros consiguieron emigrar y establecerse en áreas de sus parientes normandos. De cualquier forma, con el alejamiento de sus bases nórdicas de partida finaliza el terror de la piratería vikinga que asolaba hasta entonces las costas de Europa.
Pero no sólo los vikingos se alejan del nuevo norte extremadamente frío. Ante la necesidad de sobrevivir, los pueblos que tienen poder para ello se desplazan hacia el más templado sur, naturalmente de forma belicosa. En Asia, proveniente de la inhóspita Mongolia, Temucin (Gengis Kan) inicia en el siglo XIII la sangrienta conquista del norte de China. Sólo en unas cuantas décadas, sus hordas ocuparán casi toda Asia, Oriente medio e, incluso Europa del este.
En Europa, la inclemencia del norte hace emigrar a suecos, escoceses, ingleses, entre otros; en busca de la supervivencia a través de la conquista. Los yermos campos abandonados por el frío y la crisis del nutriente CO2 abarrotan de tropas a los cruzados que en sus “sacras” correrías atacan a musulmanes en España, albigenses en el sur de Francia; asaltando todo lo que encontraban a su paso, incluidas: Constantinopla y varias ciudades de Palestina.
Es evidente, que el conflictivo cambio climático del siglo XIII no es el primero ni será el último, pero es uno de los más intensos. Como hemos dicho, el volumen de aerosoles requerido habría sobrepasado ampliamente una reducción prolongada de más del 10 por ciento de radiación solar, con una energía explosiva de orden superior a 4.000 megatones.
Otros de los eventos más intensos que acabaron con la bondad climática que
perduró durante todo el Imperio Romano, sucedió en el año 536+-5. El suceso es
patente tanto en los hielos polares y de forma muy intensa en las huellas en
las secciones de los árboles. Las cortezas históricas entre los años 536 al 540
indican prolongados inviernos incluso más crudos que los ocasionados por el
evento del siglo XIII. La falta de estación veraniega durante más de cuatro
años indica un suceso de intensidad de por lo menos 4.000 megatones. Tampoco en
dicho suceso hay un candidato volcánico claro. En este sentido, investigadores
de
Si bien las erupciones volcánicas extremas en el conjunto del proceso
transforman mayores cantidades de energía que los impactos de asteroides de
hasta
Como es evidente, el cambio climático del sigloVI ocasionó las consecuentes migraciones. En toda la historia se repiten los grandes flujos migratorios, cuando el norte se vuelve insoportablemente frío. Desde el descenso de los pueblos indoeuropeos, las invasiones dorias, hasta las invasiones bárbaras; es más que probable que los grandes desplazamientos de población se deban a fenómenos climáticos globales, causados por grandes erupciones o impactos de asteroides.
La historia y el cine, siempre con gran sobredosis de fantasía, han dado a los acontecimientos de la humanidad otros tintes más idealistas u oportunistas. Así, un problema amoroso o familiar hizo que Temucin-Gengis Kan o William Wallace iniciaran sus correrías. Con un trasfondo litúrgico, se iniciaron las cruzadas y otras guerras “santas”. A veces, son simples actos de supuesto heroísmo local que se recalcan hasta la saciedad para influir en el voto o en el refuerzo ideológico de determinados grupos de población. La realidad historia suele ser más simple, por lo menos en la antigüedad. En general, los grandes conflictos del pasado se han debido a las luchas por la supervivencia y la simple nutrición, en general ocasionadas por los cambios climáticos.
Las crisis climáticas observadas en el pasado son todas por enfriamiento
como consecuencia al aumento del albedo terrestre, sobretodo cuando la
reducción de la radiación solar supera un índice del cinco por ciento y aún más
del 10 por ciento en los grandes impactos de meteoritos o por las erupciones
volcánicas extremas. De tener trascendencia la abundancia de CO2 en los cambios
climáticos, los efectos deberían ser incluso los contrarios, es decir, aumentos
prolongados de la temperatura media de
RESUMEN:
VARIACIONES CLIMATICAS PERIODICAS
Con un año de periodicidad: los cambios climáticos estacionales
Con una periodicidad semirregular de entre 10 y 20 años: ENSO (El Niño).
Si bien a nivel local, por ejemplo en las costas de Perú, se observan una formación más reiterativa de la corriente del Niño; a nivel global, la gran perturbación ENSO desde el Pacífico al resto de los océanos, es bastante más esporádica, pudiendo tener cierta resonancia con los ciclos de actividad solar de 11 años.
Por otra parte, salvo el ENSO, el resto de las anomalías de origen natural son reductoras de la temperatura de los mares.
VARIACIONES CLIMATICAS IRREGULARES
Con una probabilidad de entre tres y seis en un siglo: erupciones volcánicas intensas, mayores a un Km3 de material expulsado.
Con una probabilidad de una y tres por milenio: meteoritos entre 100 y
Con una probabilidad de entre una y tres cada 10.000 años: meteoritos entre
200 y
Con una probabilidad de entre una y tres cada 100.000 años: meteoritos entre 600 y 1500 metros: grandes glaciaciones.
Con periodos de tiempo mayores, entran en el juego del azar inevitable los asteroides mayores, cuyos efectos son tan graves, que los desastres climáticos pasan a ser efectos secundarios para las grandes extinciones.
Hemos de recordar una vez más que: los impactos de los asteroides, su periodicidad, sus masas, velocidades de choque, energía de impacto y, por tanto, consecuencias; obedecen a concretos y rigurosos cálculos matemáticos y estadísticos, de los que por desgracia no disfrutan otras ciencias, con menor disposición de datos cuantitativos o matemáticos que la astronomía.
Hay cerca de 10.000 asteroides (NEOS) con órbitas definidas que se aproximan a nuestro planeta, además de muchos más todavía desconocidos. A partir de sus distancias de aproximación, se pueden establecer datos estadísticos muy concretos de probabilidades de impacto. Por tanto, se sabe más allá de cualquier consideración teórica, que la historia de nuestro planeta: geológica, biológica y climática; ha sido capitulada por la caída de asteroides y en menor medida de cometas.
Sería conveniente que estas concretas bases puedan llegar a influir a otras ciencias, quizás demasiado encerradas en sus tradiciones de conocimiento.
TABLA DE CONSECUENCIAS MODELIZADAS SOBRE ERUPCIONES Y
CAIDA DE ASTEROIDES Y COMETAS
GRANDES VOLUMEN DESCENSO SUPERFIC OCEANO ENERG
ERUPCIO MATERIALES GRADOS
St. Helen(1980) 1,5 Km3 0,4 4 meses 2 años 22,5 MegT
Pinatubo(1990) 8 “ 0,7 1,6 años 10 “ 120 “
Krakatoa(1883) 18 “ 0,9 3,6 “ 24 270
Tambora(1815) 120 “ 1,6 24 160 1.800 “
Toba(-73.000) 800 “ 3 160 “ 1.000 12.000
ASTEROIDES DIAM DISTA PROB VOL DESC SUPER OCEANO ENERG
Tunguska(1908) 70m. Desinteg 1/500 6 MegT
2004MN4(2029) 360m.30.000Km 1/10000 150Km3 1,8 30años 200años 2.200 “
2007TU24(2008)640m 500.000 “ 1/60000 1700 “ 4,0 340 “ 2300 “ 25.000 “
1937UB (1937) 1500m 900.000 “ 1/200000 20000 ” 9,0 4000 “ 27000 “ 320.000 “
VARIACIONES CLIMÁTICAS EN MUY LARGOS PERIODOS
Si bien en periodos de decenas o centenas de miles de años, los datos actuales permiten crear teorías muy probables de evolución del clima, cuando pasamos a periodos de millones de años todo resulta algo más confuso, entrando en juego nuevos agentes, como la evolución geotérmica de nuestro planeta y, sobretodo, la del Sol a largo plazo.
La aparente ausencia de glaciaciones durante cientos de millones de años,
cuando evidentemente tenían lugar impactos de asteroides de gran tamaño, nos
indica que la temperatura media de
Los modelos, sin duda, muy teóricos de evolución de nuestro Sol, indican que nuestra estrella debe acabar sus días en su última fase como una estrella gigante roja, incrementando su temperatura cromosférica de forma progresiva hasta entrar en una fase de expansión. Por el contrario, si partimos de la ausencia de glaciaciones en el secundario, la evolución de la temperatura parece más probable que, en función del consumo de hidrógeno nuclear, tienda a decrecer de forma moderada, variaciones imperceptibles a corto plazo, pero evidentes cuando se trata de cientos de millones de años.
Durante toda la era secundaria confluyeron circunstancias muy propicias para una abundante biosfera, debido a los más de cinco grados de temperatura media que en la época actual. A mayor temperatura, mayor evaporación e incremento consecuente de las lluvias y de depósitos de agua continental. También, a mayor temperatura de los océanos, mayor afluencia de corrientes meridianas y, en consecuencia, áreas polares menos frías. Además, durante el secundario se observa una orografía muy suave con mayores depósitos de agua continental dulce y mayores taludes continentales marinos, que facilitaban el crecimiento y abundancia de las especies. Además, de una mayor abundancia de CO2 sumada a la gran abundancia agua dulce proporcionan un mayor volumen de flora y, en consecuencia, de fauna continental.
Con la abundancia de agua necesaria, la riqueza de CO2 en la atmósfera
delimita el crecimiento de la flora. Durante la era primaria, las
elevadas temperaturas, probablemente entre seis y diez grados por encima de las
actuales y la alta densidad de CO2 restante de la atmósfera primitiva, pudieron
favorecer la existencia de la flora más abundante jamás generada en nuestro
planeta, de cuyos restos en forma de carbón o petróleo todavía nutrimos
nuestras necesidades de combustibles. Si bien, en la era primaria e incluso
antes si se observan grandes glaciaciones; la causa más probable, es la mayor
existencia de grandes asteroides NEOS y , en consecuencia, mayor intensidad de
los impactos, como el que devastó
De extrapolar la reducción de radiación de los últimos cientos de millones
de años, es probable que nuestro Sol no proporcione, dentro de 400 millones de
años, la energía suficiente para la permanencia de la vida salvaje en
El equilibrio entre el carbono del CO2 atmosférico y la flora, en épocas de más elevadas temperaturas, se mantiene a la larga en la misma proporción (alrededor de 1/3), pero con mayor abundancia de ambas formas de carbono. Con mayor volumen de agua continental y más calor, las plantas crecen hasta consumir el límite de densidad de C02 permitido. Tras la reducción de la temperatura de los océanos, por el impacto de un asteroide, sobreviene la reducción consecuente de C02 y, sobretodo lo más grave, la pérdida de vapor de agua. La perdida global de lluvias y la extinción de la flora en las zonas glaciadas, reduce drásticamente la masa de la biosfera que además se encuentra con exiguas cantidades de CO2 atmosférico. La gran desproporción entre los volúmenes de la biosfera vegetal y animal, hace que la fauna dependa extremadamente de la flora, siendo la flora la que marca las pautas de volumen del CO2, mientras la influencia de la fauna sobre la flora y la composición de la atmósfera es muy limitada, incluso a nivel de las formas más elementales y abundantes de vida animal.
Si tuviéramos que describir la situación actual del denominado -ciclo del
carbono-, diríamos que la atmósfera terrestre contiene sólo menos de 0,8
billones de Tm de carbono, para nutrir unos dos
billones de Tm. de flora, situación que podríamos definir como de atmósfera
“raquítica” para la nutrición de las plantas, por la deficiencia de CO2. No
obstante, la situación podría ser mucho peor y no sólo durante las trágicas
condiciones de las grandes glaciaciones, cuando desaparece prácticamente el CO2
nutriente de las plantas. Desde el inicio del siglo XX, según las mediciones
realizadas desde Mauna Loa, el incremento de CO2 ha sido de un 30 por ciento
para un aumento de 0,7 grados de temperatura. Los contenidos de CO2 obtenidos
en los hielos, cuando las temperaturas han sido sólo dos grados menores de la
media actualidad, son inferiores a la mitad del CO2 actual. En las secciones de
los troncos de árboles históricos se observan vestigios de crecimientos muy
limitados de la flora que coinciden con determinadas épocas de clara
deficiencia en las cosechas, como consecuencia no sólo de las bajas
temperaturas, probablemente también por la extremada pobreza de CO2, como la
observada tras la erupción del Tambora de
No es probable, que incluso la influencia antrópica,
por el incremento de CO2, origine problemas ecológicos muy graves durante
siglos. Hemos de recordar, que no es posible calentar la atmósfera de
Otra de las probables causas de la reducción de la temperatura de nuestro
planeta a largo plazo es la reducción de la actividad orogénica y por tanto del
vulcanismo submarino. Desde el probable gran impacto de finales del Cretáceo,
que pudo expandir el Pacífico y formó el plegamiento terciario, la fuente de
calor volcánica del Pacífico ha ido menguando, quedando quizás “el niño” como
vestigio tardío. De ser así, podría ser otra de las causas de reducción de la
temperatura de
El evidente incremento de CO2 en la atmósfera de
La deforestación de origen humano es y ha sido desde hace mucho tiempo extremadamente intensa. Desde hace miles de años, con el establecimiento progresivo de la civilización agraria, a medida que crecía la población humana se deforestaban los bosques para convertirlos en campos de cultivo o para conseguir su madera. En determinadas áreas, la deforestación antrópica supera con creces el 90 por ciento de la superficie forestal histórica original. Debemos entender, que la deforestación no es proporcional a la perdida de biomasa o de masa viva, principalmente vegetal. El tejido leñoso de los árboles es masa orgánica pero no masa viva. Si bien, la deforestación reduce la masa orgánica, no lo hace con la masa viva, aunque si origina muchos otros problemas, como la alteración de los suelos o el crecimiento de las zonas desérticas. La formación de masa leñosa hace que la masa viva de un árbol: hojas etc.. consuma más CO2 que en otros tipos de plantas.
Si en un laboratorio hacemos crecer plantas con diferentes ambientes de CO2, veremos que las plantas crecerán en proporción directa a la abundancia de CO2, hasta alcanzar un equilibrio optimo que siempre está por encima de los niveles actuales de CO2; por tanto, es la abundancia de CO2 lo que marca la pauta del volumen de crecimiento de las plantas. En consecuencia, la cantidad de biomasa es proporcional a la cantidad de CO2 que se libera de los mares o se produce, por ejemplo, por la acción antrópica. Si en un área se pierde biomasa, el resto crece más por el incremento de CO2 consecuente, de ésta forma el volumen de biomasa será constante si lo es también la cantidad de CO2 disponible.
Es evidente, que mientras haya vida en nuestro planeta casi todo el CO2 será consumido, dejando sólo residuos transaccionales del proceso. La perdida de masa forestal, como hemos dicho, ha favorecido un mayor crecimiento del resto de vegetales. Quizás, en la actualidad, sea patente un pequeño incremento del CO2 por el mayor tiempo que tardan las plantas en consumir los volúmenes de dióxido de carbono, principalmente liberado por los mares, a raíz de la pérdida de arbolado, el gran consumidor de CO2. Pero de cualquier forma, se trata de cantidades insignificantes en el volumen global del ciclo del carbono de cada año.
Es evidente, que los restos orgánicos descompuestos devuelven parte del CO2 asimilado a la atmósfera, además de otros restos mineralizados, etc... Pero, plantear que un bosque maduro consume tanto CO2 como produce, está en contra de todas las bases de la física. Sería como decir que un organismo se puede devorar a si mismo para seguir viviendo de forma indefinida. La vida se caracteriza por el derroche en el consumo de energía y recursos. Además, está claro que el elevado contenido del “inestable” oxígeno en la atmósfera terrestre no tiene otra respuesta que la propia vida. La fotoelectrólisis y otras respuestas para justificar la elevada presencia de O2 fuera de un origen orgánico carecen de fundamento.
CO2, EL TESTIGO CULPABILIZADO
El 98 por ciento del carbono, del conjunto océano-atmósfera, se encuentra disuelto en el mar y el dos por ciento restante en el aire, formando parte del CO2. Además de ser el “alimento” codiciado de la biosfera, de ahí su pequeña proporción que permanece en la atmosfera; no hay razón por la que a corto plazo cualquier incremento de CO2 en la atmósfera no sea absorbido en la misma proporción por el mar (98 por ciento) si la temperatura desciende.
Como hemos dicho, es muy probable, que el aumento de la temperatura de nuestro planeta del último siglo sea la causa de la liberación marina del CO2 y de su acumulación mínima en la atmósfera. Lo que no indica, que la salvaguarda del medio ambiente no sea una cuestión prioritaria; eso sí, evitando cualquier forma de corrupción: tanto informativa, como económica, en general unidas...
También, es muy probable, que el efecto invernadero no sea la causa del aumento de temperatura del planeta, sino la recuperación de la pequeña edad del hielo del siglo XIX, producida por las erupciones del Tambora (1815), principalmente, y en menor medida del Krakatoa (1883).
El dióxido de carbono es probablemente el “testigo presencial” erróneamente culpabilizado, ya que a mayor temperatura mayor cantidad de CO2 (observado en los hielos pasados). En realidad, el protagonismo del CO2 en el efecto invernadero ha sido desde la era primaria insignificante con relación al vapor de agua, cuya presencia media es cien veces superior. Recordemos, que en la atmósfera terrestre el volumen de CO2 es del orden del 0,03%, mientras que el del vapor de agua es de media un 4%, a la temperatura media actual. De los 30 grados de incremento de temperatura media que se le atribuye al efecto invernadero en nuestro planeta, menos de medio grado se deben a la pequeña masa de CO2, además de otros gases menos protagonistas, mientras que el vapor de agua es, con mucho, el protagonista principal, con más de 29 grados. Hemos de insistir una vez más, que el Planeta Azul es un planeta de superficie de agua en su mayor parte, y de una atmósfera vinculada principalmente al agua.
Al igual que en la era
secundaria, si la temperatura media fuera cinco grados superior, el volumen de
vapor de agua se multiplicaría por diez, por la mayor evaporación marina,
con el consiguiente incremento del efecto invernadero, que liberaría a su vez
mayores cantidades de carbono proveniente del mar en forma de CO2. Como
corresponde a su pequeña participación atmosférica de sólo el 0,03%, el CO2
interviene muy poco en el clima de
Con la llegada de las
primeras sondas al planeta Venus, el CO2 se convirtió en el “asesino” de dicho
planeta, por su descomunal efecto invernadero; pero es que el CO2 en Venus
forma el 97 por ciento de su densa atmósfera, contra sólo el 0,03 por ciento en
Es cierto que en Venus, aun
recibiendo el doble de radiación del Sol que
¿Por qué Venus tiene una
atmosfera mucho más densa que
Tanto en Venus (97%), como
en Marte (95%, con mucha menor densidad atmosférica, unas pocas milésimas de la
terrestre), o como lo fue en la primitiva Tierra, el CO2 es el gas dominante;
consecuencia natural del vulcanismo y las reacciones químicas de los planetas
no exteriores. En
El CO2 original se consumió y las circunstancias actuales son mucho más precarias. Evidentemente, el CO2 se sigue generando por el intenso vulcanismo submarino y otras reacciones geoquímicas. Incluso, el CO2 es desprendido por el mar durante las glaciaciones, de forma eso si mucho más moderada, sino la vida habría desaparecido por simple “inanición de carbono”, pero las circunstancias actuales hacen que la flora y su exigua parásita fauna sean mucho más precarias, adquiriendo caracteres extremadamente críticos durante las glaciaciones cada vez más frecuentes, como consecuencia de la probable reducción paulatina de la actividad solar.
Como es evidente, la vida evolucionó
al principio en los mares y posteriormente incluso en los continentes, cuando
la proporción de CO2 era la original de los planetas interiores, formando
cuando ya se habían constituido los mares, la mayor parte de la masa
atmosférica. Aun así, la temperatura media de nuestro planeta, con un contenido
de CO2 por lo menos mil veces superior, debería ser como máximo unas pocas
decenas de grados mas elevada que la actual. Aunque sea una respuesta demasiado
simple, de deberse el aumento de la temperatura de la atmósfera de
Aun tendiendo en cuenta su pequeña proporción en nuestra atmósfera de sólo tres moléculas de CO2 por cada 10.000; de presentar el dióxido de carbono un efecto extraño, particularmente intenso, capaz de influir mas que el resto de las moléculas en el cambio climático; en las capas bajas del Planeta Marte el numero de moléculas de CO2 es 30 veces superior por unidad de volumen. Si tenemos en cuenta que Marte recibe aproximadamente la mitad de calorías por unidad de superficie que nuestro planeta, dicho efecto debería ser 15 veces superior en el Planeta Marte y proporcionarle un ambiente superficial mucho menos frío. Por tanto, no hay en apariencia un argumento coherente capaz de dar al CO2 un protagonismo tan esencial.
TABLA, EN MILES DE MILLONES
DE TONELADAS, DE LAS FORMAS DE CARBONO QUE PUEDE ENTRAR EN JUEGO EN
FLUIDOSFERA
Disuelto en los océanos 38.000
Atmósfera 750
VIDA
Biología marina 1.000-2.000
Bosques y suelos 2.000
COMBUSTIBLES FOSILES
Carbón 8.000
Petróleo 1.000
Gas natural 1.000
Se excluye: el carbono sintetizado en minerales; así como los corales, los grandes atrapadores de carbono de los océanos.
BALANCES DE
Alrededor de 60.000 millones
de toneladas de CO2 son vertidos a la atmósfera cada año como consecuencia de
la acción antrópica. Se plantea que la mitad de dicho
gas es absorbido por la masa forestal o por el mar, ya que la acumulación de
CO2 en la atmósfera es del 50 por ciento de ese valor. No obstante, al subir la
temperatura media de
Una masa de carbono en forma de flora de dos billones de Tm, que se calcula existe en la biomasa continental en la actualidad, debería nutrirse anualmente de una masa no muy inferior de carbono atmosférico. Probablemente, los valores reales sean bastante mas equilibrados, Si nos fijamos en los consumos de CO2 de las diferentes especies de árboles, será fácil comprender que el consumo anual de carbono por parte de la flora es equivalente a su propia masa. Por tanto, el CO2 de origen antrópico no cubre las necesidades de nutrición ni siquiera del cinco por ciento de la masa forestal.
De hecho, si las emisiones de CO2 antrópico fueran diez veces superiores, tendrían cierto peso específico en el ciclo del carbono, y podríamos decir que el ser humano alteraba por primera vez el medio ambiente de forma positiva para la vida. Pero, con relación al clima, seguiría sin hacer nada para evitar los desastres de la próxima glaciación…
EL CO2 ATMOSFÉRICO “EL PLATO SUCIO” DE LAS PLANTAS
Como vimos anteriormente,
desde la era primaria el CO2 ha dejado de tener influencia en el clima de
Los gases invernadero, o compuestos, son aquellos cuyas moléculas están formadas por mas de un tipo de átomo, algunos como el CO2 pesan más que la media del aire y, por tanto, tienden a acumularse sobre la superficie de nuestro planeta, pero por esa misma razón son también más disueltos en el mar, de ahí que más del 98 por ciento del carbono del CO2 se encuentre en los océanos, pasando a la atmósfera cuando sube la temperatura del mar y diluyéndose en las zonas frías más próximas a los polos, o cuando globalmente desciende la temperatura de los océanos; por ejemplo, durante las glaciaciones.
Arrhenius, planteó hace mas
de un siglo que los gases compuestos, por sus enlaces covalentes, retienen
mucha más energía que los simples o dipolares: O2, N2…
Por tanto, dichos gases eran los principales artífices del efecto invernadero.
No obstante, por la pequeña proporción respecto a la gran masa de nitrógeno y
oxígeno, el aumento de la temperatura sobre la superficie de
LAS
GLACIACIONES, UN CRECIENTE PROBLEMA PARA
Sin duda, el problema más trágico es el contrario que se “airea” en los medios de comunicación. Ha sucedido y por desgracia sucederá cuando la temperatura de los mares desciende, cuando se inhibe la salida de CO2 desde el mar por el enfriamiento de los océanos y el mayor proveedor de CO2 deja sin alimento sólido a la biosfera terrestre y sin vapor de agua, el alimento fluido de la vida.
Durante los últimos cientos de miles de años, la presencia de glaciaciones ha sido evidente y constante. En la actualidad, incluso las grandes erupciones volcánicas originan miniglaciaciones, lo que no sucedía en eras anteriores. Es muy probable, que nuestro planeta ya sufra dificultades crecientes como consecuencia de la reducción de temperaturas por el enfriamiento paulatino del Sol.
Durante las glaciaciones más intensas, producidas probablemente por la caída de asteroides, la cantidad de lluvias se reduce a niveles medios próximos al diez por ciento del actual. Las aguas continentales se circunscriben a pequeñas áreas donde se concentra la escasa pluviosidad y el deshielo estacional. Además, las exiguas cantidades de CO2 limitan extraordinariamente el crecimiento de la flora, produciendo extensas áreas de desierto frío.
Las dificultades de la biosfera no marina son extremas. Las especies que pueden suben a las gélidas fronteras glaciales en busca de agua, tal como sucedió hace 50.000 años, cuando los humanos se expandieron por la zona polar boreal, alcanzando incluso el Continente Americano con el mar de Bering helado.
El análisis del genoma humano indica un extraordinario “parentesco” entre todas las razas que nos hace comunes a unas raíces que se remontan sólo a unas cuantas decenas de miles de años. Probablemente, casi todos somos parientes de los pocos supervivientes de la última gran glaciación.
Aún en las condiciones actuales, una gran glaciación provocaría una mortalidad a largo plazo próxima a un 90 por ciento de la población humana y una extinción de especies continentales notable, acabando con la mayor parte de la agricultura y la ganadería. La conflictividad en unas condiciones tan precarias sería extrema. Durante la última glaciación, desapareció el sufrido hombre de Neandertal, que había aguantado varias grandes glaciaciones, probablemente a manos de nuestros antepasados sapiens en la lucha por la obtención de los pocos recursos existentes.
EVITAR LAS GLACIACIONES A CUALQUIER PRECIO
La
tecnología humana debe hacer lo imposible para evitar las causas de las
glaciaciones. En lo concerniente a la caída de asteroides, se deben crear las
tecnologías necesarias para desviarlos mediante ingenios espaciales capaces de
desviarlos a modo de “remolcadores espaciales”, situados directamente en el
asteroide implicado, cuando sea de dimensiones inferiores a
En los asteroides mayores, la solución es más compleja, sus elevadas energías cinéticas en función de sus grandes masas, hacen casi imposible desviarlos por el desplazamiento del centro de masas ocasionado por el bombardeo láser de un remolcador espacial o por otras formas de tracción. Tampoco, si sus masas son considerables es posible sacarlos lo suficiente de sus orbitas por impactos nucleares directos. Se requiere de la utilización a su vez de otros asteroides más pequeños y manejables, utilizados como proyectiles, si presentan órbitas con encuentros próximos al asteroide en conflicto. Aprovechando la energía cinética de los asteroides interceptores podrían ser utilizados para desviar al asteroide principal de forma gravitatoria o por impacto; mediante el uso de remolcadores espaciales situados en el pequeño asteroide proyectil. Para ello, se requeriría de un conocimiento exhaustivo de las orbitas de todo el conjunto de asteroides y de la tecnología astronáutica y láser necesaria. Cualquier esfuerzo en este sentido, se vería ampliamente compensado si se salva la especie humana y otras muchas o, incluso, si se evita una recesión a épocas prehistóricas muy difíciles. Probablemente, las glaciaciones presentan unas condiciones demasiado duras para nuestro actual grado de evolución o involución.
Notas fuera de texto:
En muchos observatorios antiguos, anteriores a 1815 y, por tanto, a la erupción del Tambora, que registran observaciones desde principios del siglo XIX, como los de Linate-Milano 1763, Stuttgart 1792, Paris LeBorget 1757, Roma 1811, aún estando en zonas posteriormente muy pobladas, no ofrecen incrementos de temperatura sensibles entre los inicios de los siglos XIX y XXI.
El Sol, en periodos de cientos de millones de años, debe de experimentar sensibles cambios en su magnitud absoluta. No obstante, en espacios de tiempo del orden de miles de años, son las variaciones producidas por el incremento del albedo tras grandes erupciones o explosiones de asteroides las que pueden reducir más de un cinco por ciento la radiación que incide sobre los océanos, ocasionando desde “pequeñas edades del hielo”, hasta grandes glaciaciones.
La suma de microclimas por la energía directa de las combustiones de origen humano puede llegar a representar un aumento medio de la temperatura de algunos continentes muy industrializados próximo a medio grado sobre los niveles del siglo XIX. En un futuro, el incremento de la temperatura puede incrementarse mucho más por el desarrollo global del conjunto de la humanidad. En la actualidad, el incremento de temperatura local por la acción antrópica en las zonas industrializadas es del orden : IT= 0.6*Log(10) DP (DP=Densidad de población por Km2). De no existir los océanos, sería un problema mas grave; pero la acción termoreguladora del mar, con un 99 por ciento de la fluidosfera, debe moderar el calentamiento global del planeta; si bien, tomar medidas ecológicas proporcionadas nunca está de mas.
LOS GASES COMPUESTOS, ¿LOS UNICOS ACTIVOS EN EL EFECTO INVERNADERO?..
El poco protagonismo en el mantenimiento del calor atmosférico (efecto invernadero) que se atribuye a los gases no compuestos (formados por un sólo tipo de átomo): oxígeno O2 y nitrógeno N2, principales componentes del aire, no parece un argumento del todo justificado cuando se hace un análisis comparativo entre las atmósferas de los planetas interiores.
Según los históricos trabajos realizados por Arrhenius hace más de un siglo, por sus condiciones dipolares, los gases de un solo tipo de átomo apenas intervienen en el efecto invernadero, aún constituyendo la mayor parte de la masa de nuestra atmósfera; al contrario de las moléculas compuestas, como: el CH4 metano, o el gran protagonista dióxido de carbono CO2; además, claro está, de la casi siempre olvidada agua H20 en forma de vapor.
Quizá,
se dejen de lado otras leyes de la fisica: las que
afectan a la presión y temperatura de los gases, o se tenga poco en cuenta la
mayor influencia de la convectividad del calor con
relación a la conductividad en la transmisión de energía en los gases
atmosféricos, o la tendencia a un mayor nivel de entropía
entre los gases mezclados. En suma, parece imposible que los niveles de energía
de unas pocas moléculas puedan quedar aislados de otras mucho más numerosas del
entorno o que la presión de la masa atmosférica, formada principalmente de N2 y
O2, no haga subir la temperatura en la superficie de
PLANETA DENSIDAD SUP. (BARES) EFECTO SOL TEM.SUP MEDIA
ATMOS G.INV C02 INVERNAD. GRAD. RADIACION GRAD.CELSIUS
Marte 0.007 0.007 0.007 3 0,5 (Tierra=1) -63
Tierra 1 0.04 (+H2O) 0.0004 30 1 15
Venus 90 90 90 450 2 482
Es
evidente, que la mayor correlación se da entre los niveles de efecto invernadero
de los planetas y sus densidades atmosféricas globales en la superficie,
incluyendo los gases no invernadero de
Por el contrario, la menor correlación se obtiene entre el CO2 y el efecto invernadero.
C. de Torres/presidente de SADEYA